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opuesto al mito urbano

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lunes, 18 de noviembre de 2013

El cajón de pollo

De noche , camino de regreso a casa, en el corazón de San José, luego de terminar estas confusas y desgastantes clases de matemática, que lejos de aclarar mis inquietudes, contribuyen al desorden en los recintos mentales de este apretado estuche de pensamientos que algunos ingenuos llaman: cabeza;  Con gran entusiasmo y una mente positiva, apelo a resolver en casa las borrascosas ideas que pasaron frente al pizarrón, se desvanecieron con un borrador, pero íntegramente copiadas en mi cuaderno.

Voy en busca de un taxi a escasos trescientos  metros de la academia; antes, me llama la atención un trío de indigentes, en una imagen que pareció resaltarse en aquella calle apagada por el comercio: se están repartiendo dentro de una caja de cartón, una gran cantidad de piezas de pollo frito que una populosa cadena de restaurantes acaba de tirar a la basura. Aprovechando estos menesterosos y hambrientos mendigos de la afortunada situación, hacen un festín dónde degustan cada trozo, con aquel deleite que llama la atención a más de uno.
Esta imagen me recuerda el amor de Dios, quien nunca olvida su creación independientemente a cada circunstancia.

Bien por estos señores de la calle y su cajón de pollo y claro, bien por mí, que había cenado antes de ir a clases. 


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1 comentario:

  1. Que bien que saliste ya cenado!!!...Pobre mendigos y saber que aquí es el pan de cada día...

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