Aquí,
donde se juntan el aire
y el latido del mar,
en su forma exacta,
indiscreta y sublime;
aquí
donde la manifestación corpórea
de todos los encantos
y la curvatura perfecta de la gracia
se extiende a la altura de unas piernas;
aquí
donde la armonía del verso
y la inmortalidad de un boca
flota en la naturaleza femenina
y el cataclismo de la inspiración,
—la insondable vocación del poeta—
salta con el pensamiento
y recorre tu cuerpo
atado a la playa,
a la arena infinita
a la línea sin fondo que traza la mar,
a la sombra de tus labios
para expresar a mano alzada
con el alma abierta de perfume,
las palabras que saltan
hasta tu existencia,
donde puso Dios
inspiración y delicadeza
en un solo ser:
en toda tú...
Darío.
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