Cuando recoges la primavera
en tu vestido
como hilando girasoles,
los retazos de poesía
que almaceno en el silencio,
silencio de madreselva,
silencio de guerra,
de brazos caídos,
escombro de Dios,
y liberas el pájaro de la lejanía
que pasa sin detenerse
sobre la dura tierra de mi alma,
la cavidad de mis rezos
suelta sus raíces amarradas,
sus embriones
se estiran a la luz,
a los arreglos de piano
que llevas en los ojos;
entonces
mis palabras se liman
como una flecha de aire
como un silencio fino
que se deshoja
en el agua retirada de tu alma.
Los sentidos se ensuavisan,
se me ablanda la voz
y como un fuego recién encendido
subo al atril de tu boca
con las páginas oscuras
que acomodan mis besos
para arrastrar
desde el corazón
entre catástrofes y dolores
un te amo...
domingo, 26 de marzo de 2017
Hilando girasoles
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