subirme por sus piernas hasta el cielo,
llegar al paroxismo con un vuelo
dos veces por la carne de su aurora.
Por sus manzanos dulces de señora
acercar mi intención de terciopelo,
torcer hasta su cuerpo este riachuelo
que crece por su boca inspiradora.
Señora, su perfume me enajena,
me azota su silueta, es un ensueño,
usted es esa música que llena
la voz de este poema tan risueño;
señora, estoy flotando en su azucena
y usted ni se imagina que la sueño...