que encoges el alma de la noche,
sangre austera
que escabulles vertical
por la piel de un poema,
¿por qué merodeas
tus ojos de gato apagado
sobre mis palabras sin flores,
ahora que el ladrillo del dia
me circunda de humedad?
Viertes el agua de la inspiración
en la botella de mi corazón
con una música delgada,
para que la voz robusta del verso
corte los abetos que frenan el aire
hasta la llanura sin fondo
que invoca mi nombre soleado.
Disparo de música:
que taladras con tus dedos
por el orificio de las emociones,
¿Quieres sentir mis pulmones
respirar la montaña de girasol
que hay en tus piernas?
¿O sencillamente lluvia,
que cae sobre una plegaria
recién empezada y dulce
en la boca del niño interior?
Escopeta de pájaros:
que rellenas con tu horizonte
el poeta sin camisa
que me mira en el espejo quebrado
de esta hora redonda;
¡Cuan alegre e inesperado
es sentirme azul
por esta calle vacía
de pianos y azucenas!