He borrado la luna
dibujada en el agua
con el azar negro
que encuentro en tu mirada.
He hecho de mi voz
una frase delgada,
para que oigas en secreto
lo que sabe Dios y mi alma.
Cuanto bien me hace
este silencio de porcelana
que hundes en mí
cuando tu boca me llama.
¿Qué hace falta entonces
para que entre en mi ventana
ese el rayo de luz
que enciendes cuando amas?
he murmurado en el viento
cual si fuese una guitarra,
estos versos azules
que de mi sangre escapan;
y tiemblan sencillos
como finas gotas de agua,
para que salpiquen tu ser
de todas mis palabras.
Cuanto daño, señora,
se hace cuando se levanta
una tempestad de sentimientos
sobre una tierra en calma;
o que se reinterprete
de un golpe la magia
de un amor ajeno
que da vida y mata.
Yo sé que este fuego
que en mi espíritu se clava,
lo siente tu corazón,
lo siente tu alma.
Es una energía inexplicable
que atraviesa la distancia,
no sé que nombre ponerle
con qué frase adobarla,
pero hace que mi corazón
sea una colmena clara
que guarda la mejor miel
para cuando quieras degustarla...