La noche
como un envoltorio transparente
sobre la garganta de mis versos,
como una melodía de estrella
que cae como gotas encendidas
sobre la flor de tus labios,
supone,
por el conjuro insondable de tus ojos,
(Por donde trepa el gato oscuro de mi alma)
un impulso, la palpitación del subconsciente
por el camino desnudo de tu nombre,
este hechizo de poesía.
Ahora mismo,
la luna, en una emboscada de inspiración,
espolea de magia por tu pelo
por ese río negro e incontrolable,
habitación de sueños sin regreso,
composición ondulada de palabras,
invitación tangible para los ojos,
calabozo de versos y canciones.
Tú, una guitarra entre mis dedos,
olorosa a madreselva
soltando una bandada melodiosa
que se recuesta en el pecho de la tarde.
Tú, una voz nueva y dulce
escribiendo desde mi pecho
este incendio de palabras
mientras imagino la oscuridad de tus ojos
adentrarse por milagro de mi inspiración...
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