Anoche mi soñar fue con rareza
( la angustia carcomíame los huesos):
soñábame en la cárcel de tus besos,
herido ante el metal de tu belleza.
La lanza de tu encanto en su agudeza
ufana daba coces de embelesos;
mi orgullo y dignidad estaban presos
bajo la desnudez de tu grandeza.
Y fue en el calabozo de tu roja
y oscura boca donde despertaba
de un sueño donde ya me daba muerto;
despierto comprendí la paradoja:
no fue mi dormitar que se mofaba
¡ sino que aquel desdén era muy cierto!...
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