Voy en busca de un taxi a escasos trescientos metros de la academia; antes, me llama la atención un trío de indigentes, en una imagen que pareció resaltarse en aquella calle apagada por el comercio: se están repartiendo dentro de una caja de cartón, una gran cantidad de piezas de pollo frito que una populosa cadena de restaurantes acaba de tirar a la basura. Aprovechando estos menesterosos y hambrientos mendigos de la afortunada situación, hacen un festín dónde degustan cada trozo, con aquel deleite que llama la atención a más de uno.
Esta imagen me recuerda el amor de Dios, quien nunca olvida su creación independientemente a cada circunstancia.
Bien por estos señores de la calle y su cajón de pollo y claro, bien por mí, que había cenado antes de ir a clases.
Que bien que saliste ya cenado!!!...Pobre mendigos y saber que aquí es el pan de cada día...
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