Una y otra vez consultaba el reloj mientras pasaba de un lado a otro, cavilando sin objetar su voz interior. Un hombre enojado jamás puede medir las consecuencias. Aquella mirada era terriblemente sospechosa aún para él mismo. La ansiedad se percibía en el ambiente. Tocaron el timbre y al fin, trajeron tan esperado paquete. Era una especie de tubo envuelto con cinta adhesiva. Luego de recibir su pedido, cerró la puerta y se adentró a su habitación donde nadie lo vería fraguando su estrategia.
Aquello era una enorme escopeta. Su plan había llegado a la mitad: ahora sólo faltaba ir al municipio y matar al alcalde...
miércoles, 22 de marzo de 2017
Un paquete especial
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